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miércoles, septiembre 19, 2007

September is back.

Bueno, mirando cosillas que tengo por ahí he dado con esto, que escribí por el 2002, un año con mucha mala baba para mí, y, aprovechando que hace poco del aniversario del evento, pues lo cuelgo aquí, oigan.


"Se equivocaron. Esa es la única impresión que tengo después de un año de que un viaje de esos moros que considerábamos semianalfabetos inaugurara el siglo veintiuno a base de boeing. Tenemos la suerte de que el amo del mundo sea ahora un lamentable personaje de tebeo, mitad superman salvamundos y mitad personaje casposo y repugnante de Pedro Vera. A este infraser sólo le podía hacer frente otro personaje de su misma catadura, un malo malísimo que no tiene otra cosa en que pensar que en mandar al Planeta Tierra a tomar por culo. Aquel once de septiembre que ayer celebramos nos sirvió para entrar en el gigantismo policial; ya se había globalizado la economía, con lo que salían perdiendo los de siempre, y ahora nos llega esta globalización del crimen y el terrorismo, todo personificado en un único hombre, como debe ser. Asistimos en televisión a esta nueva serie del ratón y el gato, pero con unos personajes mucho menos divertidos que Tom y Jerry. De un lado, del de los buenos, tenemos al Carnicero de Texas, ayudado por sus subalternos Faldero Blair y Lameculosman Ánsar y de la de los malos, formando el eje del mal, tenemos a Osama “Piojoso” Bin Laden (Blandez literalmente en castellano) con sus esbirros Sadam y mundo árabe en general. No está mal para un cómic de la Marvel en el que unos superhéroes mutantes nos salvaran continuamente del peligro hasta el clímax final (esto quizás mejor para la película) en donde los supermalos trataran de echar al traste todo lo que significa nuestra civilización y nuestra cultura. ¡Pero ahí es donde está el problema!, ¡eso es lo que no encaja en esta historia! Cuando los amigos de Bin atorrizaron a mala hostia en el mismo centro financiero de Nueva York, que es lo mismo que decir que en el mismo centro financiero de occidente, puesto que New York es la capital del imperio; o cuando bombardearon el edificio más seguro de mundo con ejemplares ciudadanos estadounidenses, no consiguieron el que en realidad era su objetivo: dar un puñetazo certero en el centro de nuestras almas de ciudadanos occidentales. No lo consiguieron por el mero hecho de que a la mayoría de los súbditos del imperio yankie, sobre todo a los que no vivimos en la metrópoli, nos suda la polla que echen abajo una o cien torres gemelas, o que un montón de gringos mueran durante la fiesta. Es más, hay incluso quien lo disfruta y lo celebra: el antiamericanismo es la religión más seguida en Europa. Los que pertenecemos a esta forma de ver las cosas, en la que el odio no está mal visto, podemos asistir impasibles a la destrucción de todo Estados Unidos, pero hay algo que seguro no soportaríamos nadie ni aquí en las colonias ni allí en la metrópoli, y ese debería haber sido el objetivo de Al Quaeda desde el principio. Ni el poder económico ni el militar tendrían que haber estado nunca en el punto de mira, o al menos no sólo esos dos poderes. Se olvidaron del más importante, el que los engloba a todos, el que hace que en medio mundo todos estemos uniformados a imagen y semejanza de nuestro amo, el poder social o mediático. Si de veras buscaban hacernos daño, en vez de atacar como una banda de mindundis a lo más obvio, deberían haber ido al único y verdadero centro del universo, que no es otro que la sede principal del banco de Atlanta, donde se guarda el secreto mejor guardado de la civilización occidental: la fórmula de la cocacola"

1 comentario:

Carmen dijo...

Juas!, Muy bueno ese final jipi. Pero fíjate que a mí lo de la cocacola me la hubiera traido al pairo, porque no me gusta :P

(si, me encanta joder metáforas, que le vamos a hacer)